Este espacio tiene como finalidad reflexionar sobre la evaluación como proceso transformador. Desarrolla en el participante la capacidad de evaluar objetiva, ética, responsable y críticamente la realidad educativa, identificar los problemas que afectan la acción pedagógica y las organizaciones, para la búsqueda de acciones que contribuyan a solucionar problemas inherentes al ámbito de la docencia universitaria.

martes, 25 de junio de 2013

REFLEXIÓN CRITICA SOBRE LA EVALUACIÓN

REFLEXIÓN CRITICA SOBRE LA EVALUACIÓN La evaluación no sólo se limita a verificar el nivel de aprendizaje logrado de los alumnos, sino que además se orienta hacia el logro de los objetivos específicos previamente establecidos que exceden a la situación de aprendizaje propiamente tal como son orientar, motivar, dirigir, clarificar, tanto respecto del aprendizaje en sí como respecto del método el desarrollo y de la participación de los alumnos. Se puede decir, que la evaluación no sólo es útil para el docente sino también para el alumno, porque este actúa en distintos planos el cognitivo, afectivo y motivacional lo que facilita el aprendizaje haciéndolo más rápido, fácil y eficaz. En este mismo orden de idea, en el contexto educativo, cada día es más común que se esté evaluando la clase a través de visitas constantes de las autoridades educativas con la finalidad de establecer si se está cumpliendo con los objetivos de la materia, además de saber si estás aplicando estrategias de enseñanza y metodologías eficientes para mejorar el aprendizaje en los alumnos y por último, supervisar si llevas a cabo la planeación propuesta al inicio del ciclo escolar permitiendo el cumplimiento del programa de la materia. Y todo esto, no es más que un reflejo del gran reto que tiene el sistema educativo con la sociedad buscando la mejora en la educación.

miércoles, 12 de junio de 2013

Reflexión Final: La evaluación como un recurso transformador y no como un elemento represor

Durante el transcurso del tiempo se ha visto que la evaluación se ha concebido dependiendo las funciones que cumplan las instituciones educativas en la sociedad y en el mercado del trabajo.
La evaluación ha pasado de dar rendición de los alumnos por medio de las asignaturas y áreas propuestas por el curriculum,  preocuparse por la objetividad y los resultados educativos haciendo caso a la ciencia y su parte positivista, a una visión conductista de aprendizaje como lo es la teoría curricular de TYLER (1973). Pero no es tan dificultoso darnos cuenta que la evaluación siempre va ir de la mano a ideales educativos que son afianzados por el tiempo y el contexto en el que nos encontremos, que siempre va estar inmerso en un  constante proceso evolutivo para su mejoramiento y transformación.
Ahora bien, no podemos tomar la evaluación únicamente como un proceso que se realiza al finalizar un tema, la finalización de un subproyecto de la universidad o un periodo en la escuela  supervisando  si se lograron los objetivos planificados. Por el contrario, resalta diferentes tipos de evaluación en el proceso formativo  y que cada uno tiene una función específica.
Cuando hablamos de enseñanza, aprendizaje y evaluación, podemos hacer una comparación por decirlo de alguna manera, con las partes de un cuento; sabemos que el cuento está dividido en tres partes, inicio, desarrollo y desenlace, en este momento podemos decir que el inicio tiene concordancia con el proceso de aprendizaje y sobre todo con la siguiente pregunta, ¿a quién se va a enseñar?, el desarrollo con el proceso enseñanza ¿Cómo y qué se va a enseñar?, y el desenlace o evaluación final es preguntarnos ¿si nuestros alumnos aprendieron algo?, pero como ya lo había mencionado anteriormente, la evaluación no solo se puede conocerse como un proceso que se realiza al finalizar algo propuesto sino también como una manera de indicarnos si las herramientas empleadas son las adecuadas.
Ahora comparto un concepto “la evaluación del aprendizaje es un proceso sistemático y permanente que comprende la búsqueda y obtención de información de diversas  fuentes acerca de la calidad del desempeño, avance, rendimiento o logro del educando y de la calidad de los procesos, procedimientos y estrategias empleadas por los educadores (docente, padres de familia, comunidad educativa), la organización y análisis de la información a manera de diagnóstico, la determinación de su importancia y pertinencia, de conformidad con los objetivos de formación que se esperan alcanzar, todo con el fin de tomar decisiones que orienten y aseguren el aprendizaje por parte de los educandos y los esfuerzos de la gestión de los educadores” (Iafrancesco, G. 2004).

Esta frase me hace pensar  la importancia del papel del educador dentro de los procesos formativos, y sobre todo en los procesos evaluadores que surgen de allí. El docente como tal, es quien orienta y hace estos seguimientos del proceso formativo pero al mismo tiempo debe criticar su proceso pedagógico, pues no podemos seguir otorgando la culpabilidad de que el niño no aprende por qué no quiere o porque tiene un problema de aprendizaje, es el docente quien tiene en sus manos al alumno, quien debe ser visto como una arcilla que se moldeamos con nuestras manos, el docente es quien debe preparar a generaciones futuras, con el fin único de crear generaciones modelos, llenas de principios, valores y alta moralidad, generaciones necesarias para una mejor Venezuela, es por eso que tenemos que ver la evaluación como un recurso transformador y no como un elemento represor.

Maestrante Licdo. Nelson Linares

Les regalo esta bonita reflexión, nada lejos de nuestra realidad


Los dones de los maestros. Le dejo este regalo hermoso.

La evaluación  como proceso transformador
La evaluación es un “Proceso sistemático, diseñado intencional y técnicamente, de recogida de información, que ha de ser valorada mediante la aplicación de criterios y referencias como base para la posterior toma de decisiones de mejora, tanto del personal como del propio programa”.
La tipología de la evaluación expuesta es válida para presentar las virtudes que ofrece la evaluación en diferentes enfoques y perspectivas; en la práctica educativa pueden emplearse más de un tipo de evaluación de manera simultánea. De esta forma, tanto la evaluación inicial como la final pueden ser formativas o sumativas según la funcionalidad con la que se apliquen; lo mismo ocurre con la autoevaluación o coevaluación, que además pueden ser iniciales, procesuales o finales. La evaluación criterial o la idiográfica se pueden aplicar al principio, durante o al final de un proceso e inclusive de puede incorporar a ellas autoevaluaciones o coevaluaciones del propio alumnado.

El aprendizaje es un continuo, por ello la acción educativa eficaz debe plantearse también como tal y la evaluación como parte del proceso no puede aplicarse aisladamente.
La evaluación formativa tiene también un papel de mucha importancia dentro del proceso enseñanza aprendizaje, ella se encarga de orientar la actividad a través de sus informes sobre la forma en que se van alcanzando los objetivos. Si la evaluación formativa señala que se van cumpliendo los objetivos, el maestro y los alumnos tendrán un estímulo eficaz pare seguir adelante. Si la evaluación formativa muestra deficiencias o carencias en cuanto a los objetivos que pretenden alcanzarse, será tiempo de hacer las rectificaciones y ajustes necesarios al plan, de motivar nuevamente a los alumnos y de examinar si los objetivos señalados son los más oportunos para colocarse en esa precisa etapa del proceso enseñanza aprendizaje.

martes, 11 de junio de 2013

La Evaluación  como Proceso Transformador
La evaluación es un “Proceso sistemático, diseñado intencional y técnicamente, de recogida de información, que ha de ser valorada mediante la aplicación de criterios y referencias como base para la posterior toma de decisiones de mejora, tanto del personal como del propio programa”.
La tipología de la evaluación expuesta es válida para presentar las virtudes que ofrece la evaluación en diferentes enfoques y perspectivas; en la práctica educativa pueden emplearse más de un tipo de evaluación de manera simultánea. De esta forma, tanto la evaluación inicial como la final pueden ser formativas o sumativas según la funcionalidad con la que se apliquen; lo mismo ocurre con la autoevaluación o coevaluación, que además pueden ser iniciales, y  finales. La evaluación criterial o la idiográfica se pueden aplicar al principio, durante o al final de un proceso e inclusive de puede incorporar a ellas autoevaluaciones o coevaluaciones del propio alumnado.

El aprendizaje es un continuo, por ello la acción educativa eficaz debe plantearse también como tal y la evaluación como parte del proceso no puede aplicarse aisladamente.
La evaluación formativa tiene también un papel de mucha importancia dentro del proceso enseñanza aprendizaje, ella se encarga de orientar la actividad a través de sus informes sobre la forma en que se van alcanzando los objetivos. Si la evaluación formativa señala que se van cumpliendo los objetivos, el maestro y los alumnos tendrán un estímulo eficaz pare seguir adelante. Si la evaluación formativa muestra deficiencias o carencias en cuanto a los objetivos que pretenden alcanzarse, será tiempo de hacer las rectificaciones y ajustes necesarios al plan, de motivar nuevamente a los alumnos y de examinar si los objetivos señalados son los más oportunos para colocarse en esa precisa etapa del proceso enseñanza aprendizaje.